jueves, 21 de junio de 2012


“Somos nuestra memoria….”  Jorge Luis Borges

Cuando me invitaron como ex alumno a compartir el acto para conmemorar el Día de la Bandera en el Instituto Provincial de Educación Técnica y Media (IPETYM) Nº 262, me sorprendió mucho y a pesar de que dicho instituto es una continuación de la escuela media que me formó, en principio no lo podía entender.
Decidí ir, en principio por respeto, pero más que nada por la oportunidad de encontrarme con antiguos compañeros. Además hace ya un tiempo que resolví hacer el ejercicio de contrariar mis prejuicios (en este caso mi resistencia a acudir a un lugar que para mí no significaba mucho)  para dejarme llevar por la realidad a donde quiera que ésta vaya.
La primera satisfacción fue la del encuentro con los compañeros de la adolescencia (creo que a todos nos pasó lo mismo, costó reconocer a algunos – el tiempo hace de las suyas-).
Otra grata sorpresa fue que las 50 promociones estuvieron  representadas por sus abanderados y/o escoltas. Cincuenta años de orgulloso esfuerzo, mérito y responsabilidad (tal como lo califica el recordatorio entregado a cada uno).
Pero sin duda lo más gratificante fue volver a encontrarme con el nombre Dr. Belisario Roldán, que yo creía olvidado o perdido en los distintos cambios que han sufrido nuestras instituciones educativas.
Durante el acto comencé estando un poco perdido, las realidades han cambiado, especialmente para los “veteranos” como uno , a los que nos cuesta despegarnos del que “el pasado siempre fue mejor”. No era mi escuela (el edificio por lo menos), los profesores tienen otro estilo (para colmo los veía terriblemente jóvenes), etc. etc.
Pero poco a poco me fue ganando la emoción y fui reconociéndome en un lugar que era extraño para mí. Y fueron esas tres palabras de Borges: “Somos nuestra memoria”  las que terminaron de incluirme en el presente de esta Institución y entenderla como mía otra vez.
Al fin y al cabo no hay épocas mejores, ni peores, solo realidades distintas. Y basta con que un recuerdo nos toque íntimamente para volver a sentir aromas que teníamos dormidos aunque los lugares sean otros. 
Borges y Belisario Roldán hicieron que un tropel de recuerdos aflorara a mi mente. Infinidad de rostros y momentos tan queridos que guardo en el corazón y que me conectan con lo mejor de nosotros mismos: los sueños y la inocencia.
Se puede, ¡qué diablos!, vivir otra vez,
a pura memoria los buenos momentos.
“Adiós” de Belisario Roldán

P.D.: Con todo mi agradecimiento a las autoridades del I.P.E.T.Y.M. 262 "Dr. Belisario Roldán"



viernes, 13 de abril de 2012

MENSAJES DE AMOR Y TIEMPO

Caminar por el monte xerófilo argentino, zona que se extiende desde el norte de la provincia de Córdoba, la provincia de Santiago del Estero, el norte santafecino, el este salteño y las provincias de Chaco y Formosa siempre me ha provocado una intensa emoción, un sentimiento muy  fuerte.
El paisaje agreste conformado por una vegetación propia de lugares con escasas lluvias, y una fauna que llama la atención por su dualidad entre lo muy salvaje  y lo muy  tierno.
Pero más que nada la cordialidad de su gente es lo que impacta. Siempre dispuesta a dar lo poco que tienen para que el visitante se encuentre a gusto. Como aquella vez en pleno invierno, en un paraje cercano a Gancedo, Don Antonio Godoy nos prestó su rancho para que pasáramos la noche e hizo dormir a sus hijos debajo de la ramada. O la familia Gorosito de La Encrucijada que nos esperaba con los brazos abiertos y Miguel (que por ese entonces era un chico) nos hacía de baqueano por el norte cordobés. Esa gente es igual al paisaje, sufrido, taciturno, cordial y a la vez  arisco.
Los caminos polvorientos, largos e interminables cruzados muy de vez en cuando por algún carro, o en mejor de los casos por algún sulky, o solamente una bicicleta. Y los algarrobos, los espinillos y los quebrachos. Las montarazas, las corzuelas y las chuñas, colorido collage que vuelve a mi memoria. Hermosos recuerdos, vívidos y posiblemente magnificados por el tiempo transcurrido, pero como dice mi amigo Jorge: “recordar” es volver a pasar por el corazón algo que hemos experimentado y hoy mi corazón es desmesurado.
 Es por eso  que  para este humilde servidor la mejor representación de ese entrañable monte es este tema de Elsa Corbalán y Onofre Paz






Espesura de los montes, canto del ave salvaje
mensaje de amor y tiempo, en el árbol y el plumaje.
Rumor del silencio herido, por el canto de algún hacha
o el silbó de algún peonsito, que va volviendo a la casa.
Noche llena de misterio, calladas aves que vuelan
Remontando a la distancia, sus sueños hechos tinieblas
mirada del hombre simple, temeroso y tan sufrido
que habla con ruda nostalgia, de las cosas que ha perdido.
"Monte Quemado que esperas, una bendición de Dios
árbol, pájaro y camino, tierra, noche, canto y sol"
Monte espeso monte virgen, tan lejano y olvidado
andando nomás distancias, pago de Monte Quemado.
Rastros que ondulan la siesta, dibujándose en la tierra
amor que explota en el aire, mezclado con las tristezas.
Noche llena de misterio, calladas aves que vuelan
Remontando a la distancia, sus sueños hechos tinieblas
mirada del hombre simple, temeroso y tan sufrido
que habla con ruda nostalgia, de las cosas que ha perdido



jueves, 12 de enero de 2012

LOS PASOS

Siempre me llamaron la atención los hechos cotidianos, y que por ser cotidianos, muchas veces pasan desapercibidos.
Hoy quiero hablar de los pasos, caminar, andar. La primera acepción en el Diccionario de la Lengua Castellana (o Española) dice: "paso” m. Movimiento de cada uno de los pies con que se avanza al andar.
Es toda una odisea aprender a dar los primeros pasos,  por ello nos tienen que ayudar.
Hoy quiero recordar aquellos primeros pasos que diste en la Plaza Urquiza donde te llevaba todas las tardes, vivíamos al frente y era casi toda nuestra. No solo aprendiste a ir hacia adelante, eras mucho mejor yendo hacia arriba; al tobogán “lo hacías de goma”.
Después aprendiste a dar pasos bajando la escalerita del comedor de nuestra casa. Donde otros chicos se caían vos las bajabas corriendo. Eso me costó el bochorno en la fiesta de colación de tu tío Pedro. Porque para vos todos los desniveles eran iguales y te largaste a bajar de la galería al patio del Colegio de Vignaud como si fuera un saltito y era más alto que vos. El pegar el salto y tomarte para que no te golpearas fue toda una sola cosa, pero me costó un pantalón roto que me dejó el “traste” al aire y no poder levantarme en toda la fiesta, ni siquiera para entregarle el diploma a mi hermano.
Más tarde tus pasos te llevaron hacia el “Oso Yogui” y empezaste a hacer tu propio camino. Aparecieron otras personas Brenda, Belén y aquel vecinito del frente que también iba al Jardín.
La vuelta a Morteros te permitió conocer más compañeros en la primaria y la secundaria, y así seguiste dando pasos. En el trabajo, en la terciaria, en cada lugar en que los hiciste dejaste huellas profundas. La infinidad de amigos así lo demuestra. Sembraste mucho cariño y comprensión, amistad y buena onda, mostrando respeto por los demás, pero además, y para mí lo más importante, te forjaste un carácter firme que no te impide ser muy dulce.
Podría estar horas enumerando tantos pasos que te vi dar y de los que estamos muy orgullosos con tu madre.
Hoy estás por dar un paso muy importante y de nuevo estaré caminando a tu lado, aunque esta vez no sé quién sostendrá a quién. O tal vez solo caminemos uno al lado del otro como dos personas que se quieren mucho y han compartido cosas hermosas y simples de la vida, como cualquier padre y con su hija.
Camina despacio y disfrutá cada momento, que nadie ni nada te lo arruine, mientras tanto yo agradezco a Dios y a la vida por haber sido uno de los dos que te enseñaron a dar aquellos primeros pasos.