Se fue como vivió, sin hacer mucha "bulla", quizás con esa media sonrisa que siempre lo acompañaba. Amable y con la sabiduría de los tipos que supieron "garronearle" a la vida lo que a veces a cachetazos ella te enseña.
Este domingo el rincón quedó vacío y la campana ya no suena igual.
Querido Negro, qué campana estarás tañendo, y si Dios te recibió de buen humor (seguro que si), quien sabe que instrumento celestial te habrá ofrecido, tan solo, ... tan solo para escucharte decir con tu acostumbrada humildad: “A mi?... A mi dame solo una campana”.
Julio Marcos Moyano descansa en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario